Obispo reivindica que la devoción al Sagrado Corazón de Jesús “no es cosa de tu abuelita” 6d1cu

Siguiendo el iter histórico, Mons. Fernández recordó que en 1899, León XIII consagró el mundo por primera vez al Sagrado Corazón de Jesús y que su sucesor, San Pío X, animó a que esta consagración mundial y particular se hiciera de forma anual. En 1925, Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey con la encíclica Quas Primas “ante la pública apostasía del mundo”. 

Consolar el Corazón de Cristo 3p3o67

En 1938, Pío XI publicó Misserentisimus Redemptor, encíclica en la que invita a la “consagración al Corazón de Jesús, a la reparación y expiación”, recordó el prelado, para consolar a Cristo. 

“¿Cómo nosotros que vivimos en el siglo XXI podemos consolar a Jesús que vivió en el siglo I?”, preguntó el Obispo Emérito de Córdoba, para responder que “podemos hacernos contemporáneos a Jesús históricamente” porque él nos tuvo presentes a todos en su vida terrena. 

“Si esto es así, —añadió— San Ignacio podrá decir en los Ejercicios que yo medite ‘como si allí presente me hallara’”, añadió, antes de exponer que de ahí nace la práctica de la Hora Santa.

Más allá del magisterio pontificio, Mons. Fernández destacó las enseñanzas de Santa Teresa del Niño Jesús sobre el Sagrado Corazón de Jesús o Santa Faustina Kowalska, subrayando que fue el Cardenal Karol Wojtyla quien presentó una traducción de los diarios de Santa Faustina que lograron levantar la prohibición del Santo Oficio en febrero de 1978, apenas seis meses antes de que fuera elegido Juan Pablo II.

El Papa polaco impulsó la devoción al Cristo de la Misericordia e instituyó la fiesta de la Divina Misericordia el segundo Domingo de Pascua, fecha en la que falleció.

Del pontificado de Benedicto XVI, Mons. Demetrio destaca que en la encíclica Deus Charitas est, el Papa alemán realizó “un análisis del amor precioso”, referido al de Dios y al de los hombres “y de uno y el otro en el Corazón de Cristo”. 

Ya en el pontificado de Francisco, Mons. Demetrio Fernçandez aseveró que en Dilexit nos el Papa argentino habla “de la importancia del corazón en un mundo sin corazón”, pese a ser el “centro de la persona, el centro de los sentimientos, el lugar de la propia identidad”. 

El Obispo Emérito de Córdoba animó a “leer despacio y meditar” la encíclica del Papa Francisco “no una, sino muchas veces y a trozos, por capítulos, por números”. 

En este contexto refirió cómo un joven le comentó tras leer Dilexit nos, le comentó: “Yo creí que eso era cosa de mi abuelita y ahora me doy cuenta de que el Papa Francisco dice que es para todos”. 

Antes de concluir su análisis de la encíclica del Papa Francisco, Mons. Fernández subrayó que esta devoción es “de hoy y para el futuro. No es cosa de tu abuelita” y, añadió, “forma parte del tesoro de la Iglesia”. 

“El Corazón de Cristo como un útero” 2y682

Por su parte, el Obispo de Orihuela-Alicante, Mons. José Ignacio Munilla presidió la Misa de inauguración del congreso en la Basílica Santuario de la Gran Promesa y durante la homilía señaló que “el amor no soporta el silencio y una prueba máxima del amor, de la misericordia de Dios es la revelación”, primero en Jesucristo.

Pero también de otras maneras, como la realizada por el Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque hace 350 años, marco en el que se celebra el congreso que respondió a la “emergencia del jansenismo, en la que se había desdibujado el rostro misericordioso de Dios”. 

En nuestros días, prosiguió Mons. Munilla, “hay otra gran emergencia” por la que la revelación del Sagrado Corazón sigue siendo de “absoluta actualidad y es la necesidad de sabernos amados y queridos”. 

Este deseo, a juicio del prelado, choca con la crisis antropológica de nuestro tiempo “que no sólo acontece en la interioridad del hombre, sino que es pública, es patente” y que se sustancia en la pérdida de esperanza en la santidad. 

Eso se traduce en que “no hay nadie íntegro, no hay nadie maduro” y, por tanto, “nadie cree en que exista un referente de mi vida en el que yo pueda poner mi confianza”. Esta carencia de liderazgos supone un drama que subraya “que no hay esperanza en que la santidad sea posible”. 

De ahí se deriva una devaluación del concepto de misericordia, según Mons. Munilla, en el sentido de considerar que “aunque nosotros seamos pecadores y vivamos en contradicción con la llamada de Dios a la santidad, Dios es misericordioso y correrá un tupido velo”. 

El Obispo de Orihuela también dedicó parte de su homilía a enseñar que el Corazón de Cristo no sólo es lugar de consuelo sino que “se convierte en un útero, en un seno materno, en el que somos engendrados a la vida de santidad”.

“No sólo es, pues, un consuelo, sino que es una gracia, una gracia renovadora. Y confiamos que esa gracia renovadora es contagiosa, es expansiva, se difunde como una onda expansiva y es capaz de transformar una sociedad”, añadió.