El Papa Francisco no puede evitar esbozar una sonrisa al hablar por video llamada con la única parroquia católica en Gaza. Aunque este gesto se ha repetido cada día desde que inició el conflicto en Tierra Santa, las recientes llamadas nada tienen que ver con las del inicio.
El pasado 19 de enero entró en vigor el acuerdo de alto el fuego entre Israel y el grupo terrorista Hamás, enfrentados desde hace 15 meses.
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En su semblante y en el de los refugiados que le saludan con entusiasmo a través de la pantalla se aprecia un cierto alivio y alegría tras el acuerdo que podría poner fin al grave conflicto que se ha extendido durante más de un año.
Al otro lado del teléfono se encuentra el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, en cuya parroquia ha acogido a más de 500 refugiados. En el transcurso de la llamada se percibe también cierta confianza, muestra de una amistad que se ha ido forjando con el tiempo.
"Salam alaikum [expresión en árabe que significa ‘la paz sea contigo], ¿qué han comido hoy?”, les pregunta el Santo Padre mientras van pasándose el teléfono móvil de unos a otros. Incluso los más pequeños quieren hablar con él. “Nuestro querido Papa”, expresan en árabe.
El P. Yusuf Asad, vice párroco, le contesta que han comido las alitas de pollo del que sobró ayer, un alimento que debido a la guerra ha escaseado en Gaza.