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Feria de Cuaresma 5l4i3m

abril 1, 2025 5v2e3j

Color: morado q3m36

Lecturas diarias: 575z6f

  • Primera Lectura

    Ezequiel 47:1-9, 12 546372

    1Me hizo volver a la entrada del Templo y vi que brotaba agua de debajo del umbral del Templo hacia oriente; porque la fachada del Templo daba a oriente. El agua bajaba desde el lado derecho del Templo, por la parte meridional del altar.
    2Me hizo salir por la puerta del norte y me hizo volver por fuera, hasta la puerta exterior que da a oriente. El agua manaba desde el lado derecho.
    3Salió aquel hombre hacia oriente con una cuerda en la mano. Midió mil codos y me hizo vadear el agua: el agua me llegaba a los tobillos.
    4Midió mil más y me hizo vadear: el agua me llegaba a las rodillas. Midió mil más y me hizo vadear: el agua me llegaba a la cintura.
    5Midió otros mil: el torrente era imposible de vadear porque había crecido y sólo podía pasarse a nado, era un torrente que no se podía vadear.
    6Y me dijo:
    —¿Has visto, hijo de hombre? Y me hizo caminar y volver a la orilla del torrente.
    7Cuando volví a la orilla del torrente, había a un lado y a otro gran cantidad de árboles.
    8Y me dijo:
    —Esta agua que brota hacia la región oriental desciende hasta la Arabá y llega al mar de aguas salobres; pero las sanará.
    9Todo ser viviente que se mueve por donde llega el torrente vivirá. Habrá gran abundancia de peces allí donde llegue el agua porque las aguas serán sanadas y vivirá todo lo que haya en el lugar donde el torrente llegue;
    12Junto al torrente, a una y otra orilla, crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas no se marchitarán ni se acabará su fruto. Todos los meses darán frutos nuevos porque sus aguas fluyen del santuario. Sus frutos serán comestibles y sus hojas medicinales.
  • Salmo Responsorial

    Salmo 46:2-3, 5-6, 8-9

    2Dios es nuestro refugio y fortaleza,
    socorro fácil de encontrar en las angustias.
    3Por eso no tememos aunque se conmueva la tierra,
    y se derrumben los montes en lo hondo del mar;
    5Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
    la morada santa del Altísimo.
    6Dios está en medio de ella: no podrá retemblar;
    al despuntar el alba, Dios la asiste.
    8El Señor de los ejércitos está con nosotros,
    nuestra fortaleza es el Dios de Jacob.
    9Venid a ver los prodigios del Señor,
    que hace maravillas en la tierra.
  • Evangelio

    Juan 5:1-16

    1Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
    2Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos,
    3bajo los que yacía una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. 
    5Estaba allí un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años.
    6Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo:
    —¿Quieres curarte?
    7El enfermo le contestó:
    —Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se mueve el agua; mientras voy, baja otro antes que yo.
    8Le dijo Jesús:
    —Levántate, toma tu camilla y ponte a andar.
    9Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
    Aquel día era sábado.
    10Entonces le dijeron los judíos al que había sido curado:
    —Es sábado y no te es lícito llevar la camilla.
    11Él les respondió:
    —El que me ha curado es el que me dijo: «Toma tu camilla y anda».
    12Le interrogaron:
    —¿Quién es el hombre que te dijo: «Toma tu camilla y anda»?
    13El que había sido curado no sabía quién era, pues Jesús se había apartado de la muchedumbre allí congregada.
    14Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo:
    —Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor.
    15Se marchó aquel hombre y les dijo a los judíos que era Jesús el que le había curado.
    16Por eso perseguían los judíos a Jesús, porque había hecho esto un sábado.

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