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San Cirilo, Monje y San Metodio, Obispo (Memoria) 58n3x

febrero 14, 2025 16uu

Color: Blanco 6pt11

Lecturas diarias: 575z6f

  • Primera Lectura

    Génesis 3:1-8 445a2s

    1La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que había hecho el Señor Dios, y dijo a la mujer:
    —¿De modo que os ha mandado Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?
    2La mujer respondió a la serpiente:
    —Podemos comer del fruto de los árboles del jardín;
    3pero Dios nos ha mandado: «No comáis ni toquéis el fruto del árbol que está en medio del jardín, pues moriríais».
    4La serpiente dijo a la mujer:
    —No moriréis en modo alguno;
    5es que Dios sabe que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal.
    6La mujer se fijó en que el árbol era bueno para comer, atractivo a la vista y que aquel árbol era apetecible para alcanzar sabiduría; tomó de su fruto, comió, y a su vez dio a su marido que también comió.
    7Entonces se les abrieron los ojos y conocieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.
    8Y cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, el hombre y su mujer se ocultaron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del jardín.
  • Salmo Responsorial

    Salmo 32:1-2, 5-7

    1De David. Masquil.
    Dichoso el que es perdonado de la culpa, y le ha sido cubierto su pecado.
    2Dichoso el hombre a quien el Señor no le imputa delito
    y en cuyo espíritu no hay dolo.
    5Te declaré mi pecado, no te oculté mi delito.
    Dije: «Confesaré mis culpas al Señor». Y Tú perdonaste mi culpa y mi pecado.
    6Por eso, que todo fiel te suplique
    en tiempo de necesidad: cuando inunden aguas caudalosas a él no le alcanzarán.
    7Tú eres mi refugio, me salvas de la angustia,
    me rodeas del gozo de la salvación.
  • Evangelio

    Marcos 7:31-37

    31De nuevo, salió de la región de Tiro y vino a través de Sidón hacia el mar de Galilea, cruzando el territorio de la Decápolis.
    32Le traen a uno que era sordo y que a duras penas podía hablar y le ruegan que le imponga la mano.
    33Y apartándolo de la muchedumbre, le metió los dedos en las orejas y le tocó con saliva la lengua;
    34y mirando al cielo, suspiró, y le dijo:
    —Effetha —que significa: «Ábrete».
    35Y se le abrieron los oídos, quedó suelta la atadura de su lengua y empezó a hablar correctamente.
    36Y les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Pero cuanto más se lo mandaba, más lo proclamaban;
    37y estaban tan maravillados que decían:
    —Todo lo ha hecho bien, hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
  • Primera Lectura

    Hechos 13:46-49

    46Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía:
    —Era necesario anunciaros en primer lugar a vosotros la palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles.
    47Pues así nos lo mandó el Señor:
    Te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra.
    48Al oír esto los gentiles se alegraban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna.
    49Y la palabra del Señor se propagaba por toda la región.
  • Salmo Responsorial

    Salmo 117:1-2

    1¡Aleluya!
    Alabad al Señor todas las naciones, aclamadlo todos los pueblos.
    2Porque firme es con nosotros su misericordia,
    la fidelidad del Señor permanece para siempre. 
  • Evangelio

    Lucas 10:1-9

    1Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.
    2Y les decía:
    —La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.
    3Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos.
    4No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino.
    5En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa».
    6Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros.
    7Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa.
    8Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
    9curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros».

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