Lecturas diarias: 575z6f
-
Primera Lectura
Malaquías 3:1-4 2r4qt
1Ved que envío mi mensajero a preparar el camino delante de Mí;
enseguida llegará a su Templo el Dueño, a quien buscáis, el ángel de la alianza, a quien deseáis. Ved que ya llega —dice el Señor de los ejércitos—.2¿Quién podrá resistir el día de su venida?
¿Quién se sostendrá en pie cuando aparezca? Porque es como fuego de fundidor, como lejía de lavanderos.3»Se pondrá a fundir y a purificar la plata; purificará a los hijos de Leví, los acrisolará como oro y plata: así podrán ofrecer al Señor una oblación en justicia.4Entonces será grata al Señor la oblación de Judá y de Jerusalén como en los días de antaño, como en los años que pasaron. -
Salmo Responsorial
Salmo 24:7-10
7¡Puertas, alzad los dinteles!
¡Elevaos, puertas eternas!, que va a entrar el Rey de la Gloria.8¿Quién es este Rey de la Gloria?
El Señor, fuerte y valeroso, el Señor valeroso en la guerra.9¡Puertas, alzad los dinteles!
¡Elevaos, puertas eternas!, que va a entrar el Rey de la Gloria.10¿Quién es este Rey de la Gloria?
El Señor de los ejércitos. ¡Él es el Rey de la Gloria! -
Segunda Lectura
Hebreos 2:14-18
14Porque así como los hijos comparten la sangre y la carne, también él participó de ellas, para destruir con la muerte al que tenía el poder de la muerte, es decir, al diablo,15y liberar así a todos los que con el miedo a la muerte estaban toda su vida sujetos a esclavitud.16Porque es seguro que él no asumió a los ángeles sino al linaje de Abrahán.17Por eso tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos, a fin de ser misericordioso y Sumo Sacerdote fiel en las cosas que se refieren a Dios, para expiar los pecados del pueblo.18Por haber sido puesto a prueba en los padecimientos, es capaz de ayudar a los que también son sometidos a prueba. -
Evangelio
Lucas 2:22-40
22Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,23como está mandado en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor;24y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor.25Había por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.26Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Cristo del Señor.27Así, vino al Templo movido por el Espíritu. Y al entrar los padres con el niño Jesús, para cumplir lo que prescribía la Ley sobre él,28lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:29—Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo
irse en paz, según tu palabra:30porque mis ojos han visto
tu salvación,31la que has preparado
ante la faz de todos los pueblos:32luz para iluminar a los gentiles
y gloria de tu pueblo Israel.33Su padre y su madre estaban irados por las cosas que se decían de él.34Simeón los bendijo y le dijo a María, su madre:
—Mira, éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción35—y a tu misma alma la traspasará una espada—, a fin de que se descubran los pensamientos de muchos corazones.36Vivía entonces una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era de edad muy avanzada, había vivido con su marido siete años de casada37y había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años, sin apartarse del Templo, sirviendo con ayunos y oraciones noche y día.38Y llegando en aquel mismo momento, alababa a Dios y hablaba de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.39Cuando cumplieron todas las cosas mandadas en la Ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret.40El niño iba creciendo y fortaleciéndose lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba en él.OR
Lucas 2:22-32
22Y cumplidos los días de su purificación según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,23como está mandado en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor;24y para presentar como ofrenda un par de tórtolas o dos pichones, según lo mandado en la Ley del Señor.25Había por entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y temeroso de Dios, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él.26Había recibido la revelación del Espíritu Santo de que no moriría antes de ver al Cristo del Señor.27Así, vino al Templo movido por el Espíritu. Y al entrar los padres con el niño Jesús, para cumplir lo que prescribía la Ley sobre él,28lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo:29—Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo
irse en paz, según tu palabra:30porque mis ojos han visto
tu salvación,31la que has preparado
ante la faz de todos los pueblos:32luz para iluminar a los gentiles
y gloria de tu pueblo Israel.