La salida del arzobispo Vincenzo Paglia de la Pontificia Academia para la Vida y de su cargo como rector del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia era esperada, dado que había cumplido 80 años. El Papa confió la cancillería del instituto al Cardenal Baldassarre Reina, Vicario del Papa para la Diócesis de Roma y, por lo tanto, también rector de la Pontificia Universidad Lateranense, prefigurando así una unión entre el instituto y la universidad. Asimismo, confirmó a Mons. Philippe Bordeyne, presidente del instituto, por otros cuatro años. En la Academia para la Vida, León XIV también optó por la continuidad, promoviendo al rector, Mons. Renzo Pegoraro.
Sin embargo, se avecina un cambio generacional. Además de tener que elegir a su sucesor en el Dicasterio para los Obispos, deberá reemplazar a los prefectos de las Causas de los Santos, del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, de la Promoción de la Unidad Cristiana, del Desarrollo Humano Integral, de los Laicos, de la Familia y de la Vida, todos ellos mayores de 75 años.
Sin embargo, cualquier Papa actuará según sus prioridades. Mientras forma su propio equipo, León debe afrontar la necesidad de introducir un modus operandi similar al de un gobierno en la Iglesia para abordar algunos asuntos complejos, en particular el acuerdo sino-vaticano. Se esperaba que la próxima ronda de reuniones sobre este tema tuviera lugar la semana que viene.
Sabemos, por su trayectoria de liderazgo como líder de los Agustinos, obispo y prefecto, que prefiere establecer una gobernanza estructurada y prioritaria en lugar de la microgestión o cambios radicales tempranos. Intervendrá cuando lo considere oportuno, como ya ha hecho saber a quienes, como siempre ocurre al comienzo de un pontificado, se han presentado a su puerta para presentarle algunas peticiones.
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No tomará decisiones para ser popular; no tomará decisiones apresuradas.
El futuro de la Iglesia 211b5y
Al ordenar 11 sacerdotes para la Diócesis de Roma el 31 de mayo, León XIV pidió “vidas conocidas, vidas legibles, vidas creíbles”.
“Estamos dentro del pueblo de Dios para poder presentarnos ante él con un testimonio creíble”, continuó. “Juntos, pues, reconstruiremos la credibilidad de una Iglesia herida, enviada a una humanidad herida en medio de una creación herida. Aún no somos perfectos, pero es necesario ser creíbles”, añadió.
De esta manera, el Papa no señaló con el dedo a los sacerdotes infieles, sino que pidió a todos ser fieles. En esto también podemos reconocer su modus operandi para gobernar la Iglesia. Primero, la fe, y luego la infraestructura, ya sea litúrgica, histórica o social. León puede hacer esto precisamente porque es el Papa de una nueva generación.
El Papa Benedicto XVI había afirmado, en el libro-entrevista La sal de la tierra con Peter Seewald, que él todavía era un hombre del viejo mundo, pero que el nuevo mundo aún no había comenzado.